la noche me visitaron
¿por qué me han visitado?
no lo merezco, ni lo esperé
una fiesta sin invitación
no puede ser destruida por expectativas
falsas
las llamas de las velas bailan
revelan mi obra
flores de cempasúchil
arroz
agua
cartas de lotería
la virgen
las gotas caen
temas rancheras escapan la bocina
como una sirena que llama a su marinero
corren las melodías a buscar e invitar
no soy dueña de mi lengua
no me conocen por mis palabras
no me conocen
el viaje (no) tiene propósito
me pesaban mis hombros
abuela lupe papa alfredo
un sentimiento desconocido, orgullo

Dedico este poema a les niñes latines como yo que crecieron fuera de sus contextos culturales, que fueron llamados “no sabo,” que sienten que su cultura queda en manos de aquellos de quienes la heredaron, no en las suyas. Para les niñes de primera, segunda, tercera o cuarta generación. Para aquellos a los que siempre se les hace sentir que no son suficientes de ninguna identidad.
Este año decidí hacer mi primera ofrenda para el Día de los Muertos sin la presencia de mi familia. Mientras me sentaba junto a la ofrenda, absorbía las emociones que me producía ver cómo mi cultura se manifestaba por obra mía. Empecé a sentirme cargada de nostalgia y dolor. A diferencia de cualquier experiencia espiritual que haya tenido, sentí el peso de la energía de mis abuelos paternos, apoyando sus manos sobre mis hombros, encontrando su camino hacia mí en la sala de mi departamento.

Fue una experiencia increíblemente emotiva, una que me dio validez. Nunca esperé que me encontraran ni que me hicieran saber su presencia con tanta fuerza. A través de mi vida adulta estoy aprendiendo que mi cultura vive en mí tanto como en cualquiera de mis antepasados y que depende de mí mantenerla.
